Taller para principiantes y prosumidores
Luis Razeto.
La economía solidaria ofrece, y me atrevo a decir que promete y garantiza, si se la entiende y se la practica bien, grandes satisfacciones. Nada menos que una vida más plena, creativa, autónoma y solidaria.
Pero ¿cómo entrar en ella? ¿Cuál es el primer paso?
Entrar en la economía solidaria no es cruzar una puerta que nos hace dejar un lugar y entrar en otro totalmente diferente. Es un proceso, por lo que hay que pensarlo como un camino: ir dejando un modo de consumir, de trabajar, de relacionarnos, de pensar y de sentir, a medida que vamos asumiendo otros nuevos. Ir dejando un modo de vida e ir aprendiendo uno mejor.
Pero hay que ponerse en movimiento, dar el primer paso. Cuál sea éste, depende del lugar, de la situación en que uno se encuentre. Y hay caminos más suaves y otros más rudos.
Para la mayoría de las personas hay un primer paso que es sencillo de dar; pero igual, requiere la decisión de hacer algunas cosas, algunos pequeños cambios en nuestra vida cotidiana.
Lo primero es dejar de comprar algunas cosas de las que podemos prescindir, e ir separando así un pequeño ahorro. Es iniciar un camino que nos llevará a dejar de endeudarnos, a desendeudanos, y a ganar autonomía económica, al mismo tiempo que vamos dejando el consumismo y perfeccionando nuestros modos de consumir y de satisfacer nuestras necesidades, aspiraciones y deseos.
Esto es muy importante. Una persona consumista y que se encuentre muy endeudada está atrapada en la lógica capitalista, y es también muy dependiente del Estado y los servicios públicos.
Entonces, hay que formar un ahorro, aunque sea pequeño, pero lo más rápidamente posible. Para ello, además de dejar de comprar y de consumir productos que no son indispensables, podemos reemplazar algunas cosas que compramos, haciéndolas nosotros mismos. Por ejemplo, en un metro cuadrado, o en el balcón del piso, podemos tener un pequeño huerto. O también, producir algún bien o servicio que sepamos hacer y que podamos vender.
Pues bien. Con cada gasto innecesario que dejemos de hacer, con cada pequeño ingreso que hayamos logrado trabajando, hay que ir formando un ahorro, de libre disposición, separado y totalmente aparte de cualquier otro ahorro que estemos formando para, por ejemplo, comprar un auto, una vivienda, un nuevo equipo.
Cambiar ciertos hábitos de consumo, realizar algún trabajo independiente, tener unos ahorros de los que podemos disponer libremente, constituyen aprendizajes importantes y esenciales para la economía solidaria. Quienes los hacen, comprueban que ya en eso tan sencillo se comienza a tener satisfacciones nuevas, que son consecuencia de esas experiencias de autonomía y de creatividad.
Ahora bien, ese ahorro que formamos no es para dejarlo en el banco y esperar que nos de intereses. Es para utilizarlo nosotros mismos, o sea, para invertirlo en actividades e iniciativas de economía solidaria, preferiblemente junto con otras personas que están viviendo el mismo proceso.
(Hay quienes creen entrar en la economía solidaria con dineros o subsidios otorgados por el gobierno, el municipo o alguna entidad pública. A lo que entran en realidad de ese modo, es a ser beneficiarios da las políticas públicas, no a una genuina, creativa y autónoma economía solidaria. Dineros recibidos del Estado pueden después, a veces y en ciertas condiciones, servir como complemento, pero no sirven como base para levantar una iniciativa de economía solidaria).
Cuando decimos ‘invertir’ en actividades e iniciativas de economía solidaria no pensemos necesariamente, ni en primera instancia, en crear una empresa. Eso puede venir después, y ser tal vez lo que corresponda realizar en un momento más avanzado del camino. Pero hay que partir por cosas mucho más sencillas, pero indispensables.
Una buena e importante inversión puede ser, por ejemplo, comprar un libro que nos enseñe qué es la economía solidaria. Porque es esencial conocer bien de qué se trata, con qué criterios se hace, qué lógicas de vida y qué racionalidad económica implica. Hay mucho que aprender en diversos campos. Por ejemplo, en el campo de la salud, cómo alcanzar mayor autonomía mediante una mejor alimentación. En educación y desarrollo personal, desplegar capacidades de autoaprendizaje. Aprender a gestionar solidariamente actividades, procesos y organizaciones, partiendo por la propia familia. El proceso de aprendizaje es teórico y es práctico, es multifacético y permanente, y también nos proporciona satisfacciones, placeres y realizaciones insospechadas.
(Para avanzar en conocimientos que apuntan en las direcciones de la economía solidaria, no puedo dejar de recomendar mis libros, porque para eso los escribí. 1) Creación de Empresas Asociativas y Solidarias. 2) Lecciones de Economía Solidaria. 3) Las Empresas Alternativas. 4) Modelos organizativos de Talleres Solidarios. 5) Actitudes metodológicas de nueva civilización. 6. ¿Hasta dónde puede llegar el ser humano. 7. ¿Cómo iniciar la creación de una nueva civilización. 8. Tópicos de Economía Comprensiva. 9. Desarrollo, Transformación y Perfeccionamiento de la Economía en el Tiempo. Recomiendo también los Cursos y Programas de formación a distancia en modalidad de e-learning, que muy buenos investigadores y docentes ofrecen desde Univérsitas Nueva Civilización).
Una vez que hayamos dado los primeros pasos en cuanto al consumo, al ahorro, al trabajo, y a los aprendizajes pertinentes, nos daremos cuenta que ya estamos dentro de la economía solidaria, en un nivel de conciencia muy significativo e importante, y experimentando verdaderas satisfacciones personales.
Lo que viene después, es encontrarse con otras personas que estén en lo mismo, y empezar a proyectar juntos, iniciativas prácticas de economía solidaria, en el campo del consumo, de la distribución, de la producción.
Hacer voluntariado en organizaciones de comercio justo, participar en redes de consumo responsable, integrarse a incubadoras de empresas asociativas y solidarias, ser parte de agrupaciones y comunidades que cultivan valores humanistas, éticos y espirituales, crear y ser parte de comunidades de estudio, son muy buenas formas de encontrarse con esas personas con las que se irá creciendo juntos en creatividad, en autonomía y en solidaridad, y con las que se podrá proyectar y organizar iniciativas de economía solidaria.
¿Principiamos? ¡Principiemos!
No conozco a nadie que se haya arrepentido de haberlo hecho. Es así, porque lo más importante en la economía solidaria no es tanto el éxito económico (ya logrado en parte si nos hemos desendeudado, ahorrado e invertido en aprendizajes), sino lo que nos ocurre a nosotros mismos como desarrollo personal y comunitario, en el proceso creativo, autónomo y solidario.
Bueno y positivo.