Un Don para Mixuhca…(primera parte)
Cobijado por el calorcito del sol sabatino y con la mirada dirigida hacia el imponente kiosco de la Santa María, Don Severo nos regala el inicio de esta entrevista contándonos “Nosotros como productores, agricultores o campesinos estamos muy desvalorados. Uno siempre vendía su producto bien barato… entonces así como valoran tu mercancía, así te valoran a ti y uno se valora igual, se deprecia uno y por eso uno tiene muchos bloqueos, eso yo lo arrastro no desde ahora…ya tiene años. Sin embargo cuando nosotros decidimos venir a ver otro tipo de economía, pues ya estamos tirando una barrera en este proceso y ustedes nos han puesto en un lugar que nosotros nunca pensamos que íbamos a ocupar y eso es lo que apenas está cambiando esa mentalidad de sentirnos depreciados, muy devaluados en nuestra persona. Que te den ese lugar, esa importancia, ayuda a mejorar todo el rollo psicológico que tenemos de sentirnos devaluados”
Don Severo nació en 1959 en Boca de Lima, Tecolutla, Estado de Veracruz. Entre nostálgico y orgulloso dice “nací en un lugar donde crecía la palma, crecí con agua de coco, carne de coco y con la manzanita de la que nace la palma…comer eso, qué rico!!!” Su herencia fue el amor por la tierra, que aprendió a trabajar desde chiquito de la mano de su padre: “Desde que eramos niños ayudábamos a nuestro papá en la siembra. Sembrábamos zacate, maíz, frijol, y ya con el tiempo chile también. A veces andábamos en el campo quitando la maleza. Se hacía rotación de cultivos. Lo difícil era descardar, limpiar el maíz….pero siempre nos atrajo el campo.”
La infancia transcurrió desarrollando el conocimiento, el saber intuitivo de las manos y el amor por un trabajo duro, pero bello. Cuando llegó la adolescencia, su papá de Severo lo envió a la ciudad para hacer la secundaria y fue allí, hacia el año 77, que cambió el curso de su historia: “Mi papá me mandó a estudiar a la ciudad porque quería que yo hiciera alguna carrera. Ahí conocí un movimiento social estudiantil. Ésta fue la primera manifestación de una conciencia social que íbamos adquiriendo por la situación que estábamos viviendo con los maestros que eran déspotas y a veces abusaban de las compañeras. Eso hizo que nos reveláramos en contra de esta gente. Después no pude volver a la comunidad porque me ficharon, me sentí exiliado. Me tuve que ir a Jalapa y ahí inicié la prepa.”
En Jalapa vivió seis años como militante de izquierda: “La lucha era franca, gobierno/pueblo organizado. Lo bueno es que teníamos la unión aquí en México y apoyo internacional…por eso no fuimos reprimidos.” Y fue en Jalapa también donde conoció a Pati. “Ella también era estudiante. Primero la copté yo y luego me coptó ella para su causa…la familia!!!”
Pati y Severo se casaron en 1983. Ella, pese a ser menor de edad, fue beneficiada por una resolución presidencial del gobierno de Echeverría con una dotación de tierras producto de la expropiación de latifundios. Don Severo hace hincapié en la paradoja: “Echeverría en ese momento era nuestro enemigo número uno. Cuando leí en Proceso que el gobierno había expropiado miles de hectáreas nunca pensé que yo fuera a recibir una parte…”
Ya casado, Don Severo regresó a su tierra a sembrar maíz, frijol y chile. Gracias a una época de bonanza con los precios y a un incansable trabajo, pudo construir la casa y comprar muchas cosas para levantar el negocio. Se fue a trabajar a Veracruz y en el ejido de su esposa también trabajó mucho y pudo comprar unas tierras a un ejidatario que ya no las quería. Ahí sembró también trigo. Le brillan los ojos de orgullo cuando presume “…siempre he sembrado trigo y he sacado un buen…a veces ocho toneladas en cuatro hectáreas; lo mínimo tres toneladas en cuatro. Nos da gusto cosechar un buen. A veces la gente ve que lo tenemos ahí “tirado” en la carretera, o en la casa lo metemos y nos salimos nosotros porque si no la producción no cabe.”
La palabra de Don Severo es certificación suficiente de su modo de producción natural y orgánica. Así aprendió desde chico y así, consecuente con su saber y su conciencia, sigue siendo y haciendo hoy por hoy. Pero no siempre pudo ser fiel a este premisa. “Lo más que utilizábamos en esa época (84/85) era Calidra, que era de lo menos agresivo que hay. Lo echábamos en el follaje para proteger las plantas. Nosotros rotábamos la tierra. Allá estaba la tierra virgen, ahorita sembrábamos aquí un máximo de dos años y abríamos del otro lado, y así íbamos rotando y por eso no nos acabábamos la tierra. A nadie se nos pasaba por la cabeza la idea de usar químicos porque ni los conocíamos.” Pero las cosas estaban cambiando y el desarrollo de una industria agroquímica letal terminó por imponerse drásticamente. “Hacia el 86 empezamos a notar que ya no se daba tan fácil de esa manera natural. Llegaron los ingenieros a promover sus productos, pasaban avionetas en el espacio echándonos la plaga y entonces nos vimos en la necesidad de que si queríamos sembrar teníamos que usar químicos.” En el año 90, Don Severo se vio afectado por un tóxico muy agresivo que llegó a utilizar. De ello todavía tiene rastros que apenas se van quitando del cuerpo.
Hacia el año 2000, asentada en el municipio poblano de San Salvador el Seco, en dónde vivió desde el nacimiento del primero de los cinco hijos, la familia acudía a la vendimia de la plaza de Analco, en donde conocieron a un compañero que los invitó a formar un grupo para compartir técnicas de conservación de suelos. Durante un año aprendió a hacer compostas y biofertilizantes y empezó a aplicar el nuevo conocimiento a sus cultivos: “Lo bueno es que te protege mejor contra las inclemencias del tiempo. Si hay heladas no te quema tanto la planta, si hay sequía te la protege también, si hay plaga tiene mayor resistencia” Después se queja un poco de cierta inconsciencia que todavía prevalece entre sus vecinos: “La otra vez coseché mucho trigo pero también levanté mucho bichito, porque no cuidan la fauna, echan químicos y eso nos afecta a los cultivos…¡¿para qué existen los animalitos en el campo sino para que haya un equilibrio?!”
Ahora, después de 30 años de vivir en puebla, a la familia le va tocando regresar al terruño natal. El papá de Severo está grande, tiene más de 80 años, ya no ve bien y es un compromiso moral ir a cuidarlo y ayudarlo. En Boca de Lima ya no crece la palma, sin embargo Don Severo llena su rostro con una sonrisa esperanzada y dice “En esas tierras voy a hacer un Edén. Mis hijos y yo tenemos un don, tenemos buena mano para sembrar y para cosechar. Mi esposa dice que tengo una buena mano en todo lo que siembro. Tiro algo a la tierra y nace…por ejemplo la lenteja que no más la tiré ahí y nació. Nosotros fomentamos el amor por la tierra, por la siembra, por lo que sembramos. Ahorita que voy a regresar a Veracruz vamos a hacer nuestra granja familiar. Esos muchachos crecieron con la idea de tener una maravillosa granja” y evoca el librito infantil que estimulaba la imaginación de sus hijos cuando la familia Mac Ground tiraba una semilla al suelo y apenas se daban vuelta ya crecía una sandiota. “Nosotros tenemos buena tierra, y tenemos la vocación de sembrar.” A esta altura de la charla pocos vestigios quedan de ese sentimiento de devaluación y desprecio del principio, y termina de borrarlos cuando al preguntarle que quiere para sus hijos contesta: “A mis hijos les gusta el campo y eso es un don. Quiero que ellos puedan comer lo que producen.” Y concluye diciendo “todos tenemos un don y somos favorecidos por él, pero si renegamos, el don desaparece.”
La llegada a Mixuhca tuvo que ver con un enojo. El precio que le estaban pagando por el trigo era ofensivo. El costo de producción por kilo era de 2 pesos con cincuenta y el precio que obtenía a cambio era de 3. Ese enojo se encausó favorablemente con Ecosol, el programa de radio que Pati escuchaba cada miércoles, y los llevó hacia Tlaxcala donde celebraron el aniversario del programa y contactaron con la comunidad multitruekera de la que ya habían oído hablar algunas veces. “Ese fue nuestro primer contacto. Ahí nos invitaron a la feria de radio educación y me animé a ofrecerle a Claudia el trigo para la panadería. Buscábamos otra gente que sí valorara nuestro producto.” Y lo que sintió cuando llegó al mercado por primera vez fue contundente: “Como dijo Asdrubal, de aquí soy! Me gustó mucho la manera justa de como hacemos el intercambio. Incluso cuando uno siente que da más que lo que recibe, es la esencia de la economía solidaria esa parte del don. Mixhuca equivale a 5 cacaos pero además tiene un valor agregado que es el amor que uno da y que uno recibe. Eso nos gusta y nos llevamos el afecto de los compañeros, el afecto…es lo que me llevo cuando vengo a Mixhuca.”
El afecto que circula, se distribuye y re-distribuye en Mixuhca es indudable. Pero en términos de necesidades y de cosas que aún no se resuelven, Don Severo observa con preocupación “A Mixuhca le falta el ser autosuficientes. El día de mañana vamos a padecer escasez de alimentos y nos tenemos que prevenir, lo afectivo está bien padre, pero nos falta ver que el día de mañana puede haber mucha escasez. Me gustaría que todos los que participamos ahí vayamos resolviendo eso de no padecer esa carencia. Los mixuhcos tendrían que ir pensando más en huertos verticales, en macetas…no es algo nuevo, ya se está haciendo. Creo que a cada uno nos llega la hora de pensar en ese cambio y que bueno que más gente se está integrando.”
Y en términos de reciprocidad material asegura que el se va satisfecho. “Yo de Mixuhca me llevo jabón de Paqui (mi esposa no me deja volver si no me llevo por lo menos dos), me llevo desodorante, los productos de Flor que son una ayuda para los que no tienen dinero y andan enfermos de tos o de gripe, los de Carmelita, que me funcionan como repelentes. Y les digo que me enseñen que otra cosa puedo promover por allá y que me digan como aplicarlo. Con las cosas que me llevo de Mixuhca puedo ayudar a otra gente. El pan me gusta pero cuando me doy cuenta ya se acabó. Y si hubiera más cosas que yo les pueda traer yo se las traería.”
Entre las cosas que a Severo le gustaría llevarse y siente que no hay de manera suficiente, está la información. “Toda la que nos ayudara para que esto no quede sólo en nosotros, para compartirla…pero ya me voy a convencer del slogan de que todo esta en internet y lo voy a buscar. Me gustaría llevarme más conocimiento. Yo puedo traer más productos y puedo hacer que otros cultiven como uno quiere, más natural, porque les vamos a dar el precio que corresponde. Pero necesito que Mixuhca me ayude con ideas. Quiero que nuestro proceso sea la alternativa para este mundo globalizado, en todo el mundo. Que ese fuera el cause, contra restar eso con una economía que no esté basada en la voracidad de comernos unos a los otros. Los que tenemos el contacto con gente que está más avanzada que uno, pues que nos vaya educando en este proceso. Por ejemplo yo a mi hijo ya lo contagié. Ir contagiando eso y sobre todo como hacemos esos intercambios. Por ejemplo ahí en Acatzingo, si pudiéramos entrarle, nos ponemos ahí y a ver que resulta…llevamos algo para la tos y nos traemos papas, brócoli y betabeles. Sería ir a sembrar la semilla. Vamos a ver como lo hacemos en El Seco, y ahí en Veracruz, porque tenemos que cambiar esto. Si lo haces de otra manera, políticamente te quiebran…nosotros ya lo intentamos y no fue por ahí. Yo llevo 30 años en querer hacer algo y hasta ahorita que estoy aquí en Mixuhca, aunque son ensayos, parece más claro que por aquí puede ser. Y así vamos a seguir haciendo más cosas. Yo quiero que esa sea la tendencia. Que donde quiera que vaya un compañero de Mixuhca siembre una semilla y después ya vemos como cosechamos el fruto de ese trabajo.”
Muchas, pero muchas felicidades, primero a Eugenia Marioni porque sabe que preguntar y como sacar la informacion mas relevante de las actividades de los encuentados, y Felicidades a Don Severo porque nos comparte parte de sus experiencias personales para la comunidad, tenemos la suerte de contar con personas como ustedes que lo dan sin exigir nada a cambio, gracias por pertenecer a la comunidad de Mixiuhca. F E L I C I D A D E S
Me encantö: . La riqueza de las manos cultivadoras de Don Severo sale desde muy dentro de su alma: Dios lo ayude a encontrar en Mixuhca la paz y la fortaleza que su humildad y su sabidurïa buscan para afincarse desde hace tanto:.¨Hermosa entrevista.